Una catedral ondulada de chapa urbana que invita a entrar por la puerta ancha y cerrada. Rezos de zinc susurrados a peatones y choferes. Saludo místico de colores que engañan una plegaria de talleres y motores, acorde con veredas y adoquines que se vacían como iglesias al atardecer.
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Fachada de una catedral ondulada. Es un altar callejero que presiden las flores, coronado de adelfas mortales.Volver a Murales